REQUIEM PARA UN VIEJO SOLDADO
“Ha caído el primer soldado del Batallón…” las palabras de Tío Daniel retumbaron con dolorosa altivez en aquel gris y fangoso cementerio. Realmente ese había sido mi Padre, un viejo soldado en eterna lucha contra sí mismo y contra esa sociedad imperfecta que nunca pudo cambiar. Era el adalid de la utopía, repleto de las cicatrices que nadie pudo sanar por completo, ya que las llevaba en el alma. ¡Cuántas vivencias se llevó del mundo este viejo guerrero! Cronista, poeta, andariego, pudo ver más allá que el resto de sus contemporáneos. Aún recuerdo como brillaban sus ojos; brillaban de esperanza cuando me hablaba de esa sociedad posible, irreal, que él quiso ayudar a construir un día. Y en cierta forma lo hizo: a través de sus crónicas, donde no sólo traía a la memoria colectiva las imágenes de aquella Valencia antañona, señorial y pueblerina al mismo tiempo, que conoció en su infancia y juventud. También arremetía ocasionalmente contra la farsa y la manipulación de los demagogos de oficio, contra esos mismos que reirían hoy de saber que existieron hombres como él, ansiosos de tomar en sus manos ya cansadas la transformación de ese mundo deshecho por la ambición y la mentira. En uno de sus poemas, perdido en manuscrito, que me escribió cuando yo cumplía ocho años, y cuyo título me reservo por motivos personales, recuerdo muy bien la última estrofa:
“CABALLERO BIEN ARMADO
CON LAS ARMAS DEL TALENTO,
DECIDIDO A LA BATALLA
Y AMBICIOSO DE TRIUNFAR!”
Eso eras tú, mi viejo soldado. Perdiste tu última batalla, pero déjame levantar tus armas y dame tu bendición para continuar la guerra por ti…
(publicado en la revista In-fórmate, Valencia, Nº 249, pag. 65. Diciembre de 1993)
1 comentario:
Estimado Profesor Táriba: Nosotros sus lectores asiduos, queremos leer más artículos o crónicas de los que usted publicó en la revista Informate de Valencia.
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