viernes, 21 de marzo de 2008

MURIÓ ARTHUR C. CLARKE, MAESTRO DE LA CIENCIA FICCIÓN

COLOMBO (AFP) — El escritor británico de ciencia ficción Arthur C. Clarke falleció el miércoles en un hospital de Sri Lanka a los 90 años de edad, informó a la AFP su secretario Rohan de Silva.
Autor de obras de divulgación científica y de ciencia ficción desde los años 50, como las novelas utópico/humanistas El fin de la infancia, La ciudad y las estrellas, Cita con Rama, y Fuentes del paraíso , además del relato breve El centinela, libro que inspiró a Stanley Kubrick la película 2001: Una odisea del espacio., Clarke había sido internado varias veces en el hospital por una insuficiencia respiratoria desde su 90 cumpleaños, celebrado en diciembre.
"Sir Arthur acaba de fallecer en el hospital Apolo" de Colombo, indicó Da Silva.
Clarke previó desde 1945 que el futuro de las telecomunicaciones pasaría por el desarrollo de los satélites geoestacionarios y en otro de sus relatos cortos intuyó lo que años más tarde se conocería como internet.
Escribió más de 80 libros y, a lo largo de su obra, transmitió el mensaje de que los avances científicos podrían mejorar a la humanidad.
"2001, una odisea del espacio" (1968), de Kubrick, marcó un punto y aparte en el cine de ciencia ficción, a partir de un relato escrito por Clarke en 1951, llamado "El centinela", que más tarde se convirtió en una novela.
En el filme, el sistema de control de una nave espacial se rebela contra los hombres que lo manejan.
Pese a su fama, los expertos consideran que el mayor logro literario de Clarke no es ese título sino otros como "El fin de la infancia", "La ciudad y las estrellas" o "Cita con Rama".
"Su funeral se celebrará probablemente el sábado",
en el cementerio de Colombo, indicó su otro secretario, Nalaka Gunawardena.
"Estamos esperando la llegada de los miembros de su familia, venidos de Gran Bretaña y Australia, que ya están en camino", añadió.
La salud del escritor se deterioró bruscamente en las últimas semanas y en el momento de su muerte se encontraba en el hospital.
Clarke había festejado su 90 cumpleaños el 16 de diciembre deseando la paz para su país de adopción, Sri Lanka, donde se estableció hace 50 años y donde incluso hay una academia científica que lleva su nombre.
En aquella ocasión, el escritor sopló la única vela colocada sobre su tarta de cumpleaños durante una fiesta organizada por el gobierno y en la cual participó el jefe de Estado, Mahinda Rajapakse.
"Mi deseo profundo sería asistir a la instauración lo más rápido posible de la paz en Sri Lanka", dijo, refiriéndose al conflicto que enfrenta Colombo con la guerrilla tamil, que ha dejado decenas de miles de muertos.
"Soy consciente de que no basta con desear la paz y que hace falta trabajo duro, valor y tenacidad" para conseguirlo, añadió.
El escritor, en una especie de despedida o testamento como si previera que su vida estaba a punto de apagarse, manifestó de nuevo en aquella ocasión su deseo de que nuestra civilización obtenga un día la prueba de la vida extraterrestre y pidió el uso de combustibles menos contaminantes.
Atado a una silla de ruedas en los últimos 30 años de su vida, debido a una poliomielitis que sufrió en la infancia, Clarke aseguró a sus lectores, en una especie de declaración de adiós que grabó en diciembre, que se marchaba tranquilo.
"Tras haber cumplido 90 órbitas alrededor del Sol no me quedan demasiados reproches ni ambiciones", afirmó.

domingo, 16 de marzo de 2008

"EL PRINCIPITO" Y LA LUFTWAFFE

Un octogenario expiloto alemán de la Luftwaffe, con nombre y apellido de siniestras resonancias (Horst Rippert) ha anunciado que fue el responsable de la muerte de Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944), autor del relato infantil El Principito. "Lo derribé yo", ha dicho con el tono de quien reconoce que en su inconsciente adolescencia mató a un ruiseñor a pedradas. Sabíamos que el piloto escritor se había estrellado en el mar -habían aparecido los restos de su aparato en las redes de los pescadores-, pero no la causa. Acaso un infarto, problemas con la máscara de oxígeno o suicidio. Finalmente, resulta que lo cazaron. Ningún derribo puede ser tan poco honorable, tan triste. Saint-Exupéry era ya un piloto viejo, veterano de Aéropostale, de los Andes, del norte de África, cubierto de heridas: había caído tantas veces, en el Sahara en 1935, sobre las arenas doradas -por las que hubo de caminar durante días-; en Guatemala, en 1937, sobre la selva. No creía en la heroicidad de la guerra: "la guerra no es una aventura, es una enfermedad, como el tifus", decía.
Su mirada a través del cristal de la cabina no era la de uno de esos sanguinarios cazadores, 'young bloods', aves de presa ansiosas de pintar marcas de aviones enemigos en su fuselaje. Saint-Exupéry, en misión de reconocimiento, no buscaba rivales, volaba, se fijaba en el sol, en el viento, en las estrellas, en la disposición de las nubes y en las extrañas formas que éstas adoptan. Inventaba historias, soñaba. No albergaba demasiadas esperanzas sobre su futuro.
Cuando el depredador alemán, a bordo de un avión caza Messerchmit ME-109 lo encontró sobre el Mediterráneo, cerca de Toulon, no tuvo más que colocarse a su espalda y apretar el disparador de sus cañones. Una presa fácil. Súbitamente arrebatado del cielo, Saint-Exupéry cayó, junto con su bimotor Lightning P-38 como una estrella fugaz; plata ardiente siseando al encontrarse con el mar.
Hay algo que nos conmueve en la caída de todo aviador -criaturas del aire desprendidas de su elemento, revelada su fragilidad-. Manfred Von Richthofen cayó, cayó Douglas Bader -el legendario piloto sin piernas de la RAF-; cayó sobre su amada África Dennis Finch-Hatton, el amante de Karen Blixen, en un aeroplano Gipsy Moth igual que el del conde Almásy de El paciente inglés. Cayó sobre el ignoto Pacífico la bella Amelia Earhart -su misterio aún no ha sido desvelado-. Alas efímeras. Ícaros todos. Pero ninguno como Saint-Exupéry, porque con él viajaban la poesía, los baobabs y las rosas, y ese pequeño príncipe que le salvó una vez de las dunas, pero que no pudo hacer nada contra los crueles proyectiles de Horst Rippert y la negra sombra de la guerra y de la Luftwaffe.
JACINTO ANTÓN - Diario El País. España - 16/03/2008
http://es.wikipedia.org/wiki/Antoine_de_Saint_Exup%C3%A9ry
http://www.swissinfo.ch/spa/internacional/detail/Un_piloto_alem_n_cree_que_fue_el_quien_abati_a_Saint_Exupery.html?siteSect=143&sid=8862689&cKey=1205686619000&ty=ti
http://afp.google.com/article/ALeqM5hHZZtXHl4myWwiV4pNoiuTEGPMpg http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_3609000/3609047.stm
http://www.proverbia.net/citasautor.asp?autor=290