Su nombre verdadero era Eugenio Hernández, nacido en Caracas en 1938; Eugenio Montejo falleció el día de ayer, en horas de la noche, en el Centro Policlínico Valencia (La Viña), donde permanecía recluido desde la semana pasada. Tuvimos oportunidad de conocerlo en septiembre de 2004, durante la realización de la III Feria del Libro UNICA en Maracaibo, y hoy lamentamos su desaparición física, aunque sabemos que su obra y su legado a la literatura venezolana y latinoamericana trascenderá a través de los años.
Poeta y ensayista venezolano, se caracterizó por la rica gama textual y el gran dominio de las formas, constituyéndose en un gran representante de la poesía suramericana. Publicó, entre otros, los libros: "Elegos" en 1967, "Muerte y memoria" en 1972, "Algunas palabras" en 1977, "Terredad" en 1978, "Trópico absoluto" en 1982, "El taller blanco" en 1983, "El cuaderno de Blas Coll" en 1981 y "Alfabeto del mundo" en 1986. Fue autor también de importantes ensayos, tales como, "La ventana oblicua" en 1974. Su poesía, esa que dicha en sus propias palabras "se trataba de un melodioso ajedrez que jugamos con Dios en solitario" durará muchísimo más que el hombre, brillará aún más allá que la llama de la más incandescente vela.
Ensayista prolífico y poeta de primera categoría, Montejo fue objeto de múltiples reconocimientos internacionales por su obra. En el ámbito nacional, recibió el Premio Nacional de Literatura en 1998. Posteriormente, fue galardonado con el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo otorgado por el gobierno mexicano, uno de los reconocimientos más importantes del mundo literario latinoamericano.
Se dedicó a escribir poemas largos, en los que impera un espíritu de júbilo por la vida en la tierra, que acuñó en un nuevo término para el idioma castellano: terredad.
Su más reciente poemario, Fábula del escriba (2006) fue publicado en España y México, pero no ha sido reproducido editorialmente en Venezuela, al igual que sus obras completas.
Fue reconocido como un gran lector, orador y expositor, además de haber cultivado el gusto por los idiomas extranjeros. Se ganó la fama de poder expresarse en un castellano considerado como uno de los más pulcros.
Quizás su obra logró la mayor trascendencia fuera de las fronteras venezolanas con la mención que de un poema suyo hace el actor Sean Penn en la película 21 Gramos del director mexicano Alejandro González Iñárritu: "La tierra giró para acercarnos/giró sobre sí misma y en nosotros/ hasta juntarnos por fin en este sueño", fue el extracto de los versos que dieron la vuelta al mundo a través de la pantalla grande.
Montejo le dijo en el 2002 al diario El País de España que las palabras de amor "estaban un poco cansadas. El poema de amor plantea el riesgo de la nadería y el lugar común". Quizás por eso se refugió en la sensualidad de las formas para describir al universal sentimiento, partiendo del punto de que "no siempre lo que interesa a dos, interesa a otros". Fueron sus Papiros amorosos la mayor expresión de que el amor se toca, se presiente y se respira en la fusión de cuerpos "que se alejan a lugares extraños y desconocidos".
El representante del postvanguardismo plasmó también en su poesía su nostalgia por la transición de la economía agraria venezolana a la petrolera. " Tan altos son los edificios que ya no se ve nada mi infancia", reza uno de sus versos que anticipa la conclusión de que vivimos "la era de después de los dioses y de después de la ciudad".
La tierra, esa misma que giró para acercarlo a la memoria y el corazón de millones de seguidores de sus letras, hará lo propio para conservar un legado. Su paso por el planeta cerró un capítulo, pero permanecerán sus palabras que nos recuerdan ahora como nunca "cuánta vida nos guarda la tierra todavía, cuando mañana se despierte".
http://es.wikipedia.org/wiki/Eugenio_Montejo
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2058Poeta y ensayista venezolano, se caracterizó por la rica gama textual y el gran dominio de las formas, constituyéndose en un gran representante de la poesía suramericana. Publicó, entre otros, los libros: "Elegos" en 1967, "Muerte y memoria" en 1972, "Algunas palabras" en 1977, "Terredad" en 1978, "Trópico absoluto" en 1982, "El taller blanco" en 1983, "El cuaderno de Blas Coll" en 1981 y "Alfabeto del mundo" en 1986. Fue autor también de importantes ensayos, tales como, "La ventana oblicua" en 1974. Su poesía, esa que dicha en sus propias palabras "se trataba de un melodioso ajedrez que jugamos con Dios en solitario" durará muchísimo más que el hombre, brillará aún más allá que la llama de la más incandescente vela.
Ensayista prolífico y poeta de primera categoría, Montejo fue objeto de múltiples reconocimientos internacionales por su obra. En el ámbito nacional, recibió el Premio Nacional de Literatura en 1998. Posteriormente, fue galardonado con el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo otorgado por el gobierno mexicano, uno de los reconocimientos más importantes del mundo literario latinoamericano.
Se dedicó a escribir poemas largos, en los que impera un espíritu de júbilo por la vida en la tierra, que acuñó en un nuevo término para el idioma castellano: terredad.
Su más reciente poemario, Fábula del escriba (2006) fue publicado en España y México, pero no ha sido reproducido editorialmente en Venezuela, al igual que sus obras completas.
Fue reconocido como un gran lector, orador y expositor, además de haber cultivado el gusto por los idiomas extranjeros. Se ganó la fama de poder expresarse en un castellano considerado como uno de los más pulcros.
Quizás su obra logró la mayor trascendencia fuera de las fronteras venezolanas con la mención que de un poema suyo hace el actor Sean Penn en la película 21 Gramos del director mexicano Alejandro González Iñárritu: "La tierra giró para acercarnos/giró sobre sí misma y en nosotros/ hasta juntarnos por fin en este sueño", fue el extracto de los versos que dieron la vuelta al mundo a través de la pantalla grande.
Montejo le dijo en el 2002 al diario El País de España que las palabras de amor "estaban un poco cansadas. El poema de amor plantea el riesgo de la nadería y el lugar común". Quizás por eso se refugió en la sensualidad de las formas para describir al universal sentimiento, partiendo del punto de que "no siempre lo que interesa a dos, interesa a otros". Fueron sus Papiros amorosos la mayor expresión de que el amor se toca, se presiente y se respira en la fusión de cuerpos "que se alejan a lugares extraños y desconocidos".
El representante del postvanguardismo plasmó también en su poesía su nostalgia por la transición de la economía agraria venezolana a la petrolera. " Tan altos son los edificios que ya no se ve nada mi infancia", reza uno de sus versos que anticipa la conclusión de que vivimos "la era de después de los dioses y de después de la ciudad".
La tierra, esa misma que giró para acercarlo a la memoria y el corazón de millones de seguidores de sus letras, hará lo propio para conservar un legado. Su paso por el planeta cerró un capítulo, pero permanecerán sus palabras que nos recuerdan ahora como nunca "cuánta vida nos guarda la tierra todavía, cuando mañana se despierte".
http://es.wikipedia.org/wiki/Eugenio_Montejo
http://www.elpais.com/articulo/narrativa/MONTEJO/_EUGENIO/Siempre/necesitamos/decir/nuevo/palabras/amor/elpbabnar/20020622elpbabnar_20/Tes/ http://literanova.eduardocasanova.com/index.php/2007/08/22/eugenio_montejo_bitacora_del_alma http://www.literaturas.com/EMontejoLC.htm
http://www.saltpublishing.com/books/smpt/1844710335.htm
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